Estamos de fin de semana, un tranquilo y apacible domingo, lleno de humedad y mucho sol! Sin embargo ya ha caído la tarde y ahora amenaza con caer un tremendo chaparrón, el cielo está apretando las nubes haciendo sus clásicos sonidos de enojo. Huele a lluvia y Daniel disfruta de la tranquilidad de la tarde devorándose un helado triple de fresas con queso (su favorito) mientras ríe a carcajadas viendo sus series cómicas en la televisión, sentado mirando tan pacifica y atentamente al monitor que ni siquiera se da cuenta que afuera comienza a llover.
En otro tiempo, por más hiper-enfocado que estuviera en una actividad, en cuanto el cielo empezaba a tronar a Daniel le daba una ansiedad tremenda, no soportaba escuchar ni el más mínimo ruido; para él la lluvia no era ninguna bendición, significaba correr a mi regazo con las manos sobre los oídos asustando esperando que se acaben esos ruidos que parecen romper el techo de la casa, por más explicaciones que le diera, asegurándole que está a salvo con nosotros, la ansiedad no disminuía hasta que terminaran los truenos.
Hoy, no son tan importantes, la ansiedad ha disminuido notablemente y si bien podría asustarse con alguno bien fuerte (como lo haríamos cualquiera), puede volver pronto a tranquilizarse. Lo que hasta la fecha le sigue molestando es el sonido insistente de la lluvia, al parecer del mismo modo que le molesta la licuadora (por la hiperacusia), el agua que golpea gota a gota en el piso del patio, le distrae sus pensamientos y lo logra inquietar, pero en éste caso, es una simple molestia y basta con cerrar la ventana para que pueda continuar con sus actividades sin prestar atención a la lluvia de afuera.
Lo que desconozco y creo que nunca sabré a ciencia cierta si tal cambio se debe a su crecimiento o es la suma de factores de todo lo que hemos estado haciendo para que tenga una vida mejor, desde ser insistentes a cada momento en que debe tratar de controlar sus emociones, detenerse, respirar y pensar que esta pasando, para no tener reacciones inciertas que puedan incluso lastimarlo, contenerlo y consolarlo cuando ya no puede más, hasta la dieta libre de gluten y soya que esta llevando (no menciono la leche, porque es una alergia superada en cuestión de piel y sí la esta consumiendo, aunque con moderación, porque mucha leche le ocasiona sueño y desgano) que aunque ha costado mucho trabajo los primeros meses, hoy vemos día a día los beneficios insuperables que tiene en la vida de Daniel y no me canso de decirlo una y otra vez, porque estoy muy segura que si volviéramos a incluir en su dieta gluten y soya como antes, nuestra vida sería un infierno!!! en primera porque el gluten por la enfermedad celíaca en tres semanas acabaría con todo lo avanzado en año y medio de tratamiento, y luego porque se vuelve testarudo, gritón, a comportarse como salvaje sin control que no entiende ni oye razones ni explicaciones. Y a decir verdad, muchas gracias, pues no... prefiero pasar. Pensandolo mejor, la explicación debe ser una combinación de factores y la dieta tiene mucho peso en su recuperación, así que ni por todo el oro del mundo volvería a lo de antes.
Adoro a mi muchachito así como está ahora, atento, amable, cariñoso, trabajador, algo respondón, pero controlable, por lo que me siento muy feliz al meterme a la cocina y hacerle sus comidas y postres especiales, pays, galletas y dulces sin gluten, porque sé que él me lo va a retribuir con su buen comportamiento, una enorme sonrisa, y un Wow!! ésta delicioso mamá!! Gracias!!!