21 de agosto de 2012

Sexto Año

Hoy hemos iniciado el último ciclo escolar de la primaria.
Increíble! Parece que fue ayer que te llevé por primera vez a la escuela.
Recuerdo lo emocionado que le diste los brazos a la maestra y entraron sonrientes al salón, mientras yo, con el corazón arrugado, me tuve que dar vuelta y alejarme. Se me escaparon las lágrimas, no por el dejarte, sino porque significaba que estabas dejando de ser un bebé, a partir de ahí tu vida se repartía entre mamá y familia y la vida escolar. ¡Tu mundo se estaba ampliando!

Hoy el inicio de cursos ha empezado con el pie derecho, has estado muy trabajador, copiaste todos los resumenes, hiciste todas tus operaciones, participaste en clase y con entusiasmo saliste a hacer deporte y jugaste futbol, estrenando el patio y sus nuevas porterías. No cabe duda... a tí no hay quien te pare.

Naturalmente después de hacer tu tarea y jugar en el computador, terminaste el día agotado y ya duermes. Mientras te observo dormir, pienso que sí entonces lloré porque ya no eras un bebé, hoy me doy cuenta que mi niño también se va, estás en esa zona entre que eres niño, pero también ya crees que eres grande, adolescente.

Tus gustos están cambiando y aunque sé que la llegada de la adolescencia no me será fácil, ya no me asusta como hace unos años, lo único que deseo es que tengas salud, que sigas con ese entusiasmo el resto del ciclo escolar y que en el camino refuerces el amor a ti mismo, que te des cuenta lo valioso que eres.



Pequeño guerrero, te amo. ¡Sigamos juntos, adelante!

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