17 de noviembre de 2010

¿Un día cualquiera?

Hoy en apariencia es un día como cualquiera, dentro de la rutina que trae consigo la mitad de semana. Pero si lo pienso bien, hace un año los días de Daniel y míos eran siempre inciertos aún cuando estuviéramos enrolados en la rutina de la entre-semana, nunca sabíamos que sucedería, por ejemplo podríamos despertar y comenzar el día tranquilos, pero ni bien había pasado media hora Daniel ya andaba a mil por hora, hablando, hablando, buscando juguetes, prendiendo la TV, o brincando con sus transformers recreando una escena de devastación entre ellos, riendo a carcajada batiente por cualquier simpleza que haya dicho o persiguiéndome para preguntarme a cada 5 segundos cualquier cosa que ya he contestado muchas veces. Por lo cual, se hacía necesario medicarlo apenas abría los ojos y aún así había días en los que no se lograba mucho cambio con las medicinas, pues no solo se trataba de su comportamiento hiperactivo, siempre tenía tos no pasaban 10 minutos sin que mostrara tos, que iba desde liviana a verdaderos brotes sinfónicos de tos, que no lo dejaban ni siquiera hablar o tomar aire de tanto toser. Bueno, a veces hasta devolvía lo que hubiera comido. Eso.. contando conque hubiera logrado hacer que comiera algo distinto a su mentado pan con crema de maní y mermelada de fresa. ¡No aceptaba comer otra cosa! y si le obligaba, podría estar con él sentada esperando a que terminara la comida por horas. 

Por supuesto en aquellos tiempos ni siquiera podía imaginar que hiciera las labores escolares o las obligaciones en casa por si solo o que por lo menos colaborara. Hacer tarea con él era una tortura, por más que me quería armar de paciencia, siempre invariablemente terminábamos peleados, con lágrimas por varias razones, tenía siempre tos y no podía concentrarse, no entendía el ejercicio, no me entendía la explicación, le hablaba y aunque me estaba viendo lo que le decía su mente parecía estar en otro lado, constantes salidas al baño, si la mosca que paso ya le llamó la atención y ya no sabe en que párrafo o ejercicio está, la constante picazón en los ojos y los pliegues del cuerpo y estarse rascando son un motivo más para distraerse, y entonces primero llamadas de atención, que poco a poco iban subiendo de intensidad hasta terminar en gritos, frustración y enojos por ambas partes. ¡¡¡ Realmente era una locura vivir así!!!!
Que diferencia los días actuales, por la mañana al despertar me va a buscar a mi cama y siempre antes que cualquier cosa me da un beso y un abrazo, seguido de un "te amo mami" ¿cómo te sientes?. Acto seguido se viste solo para ir a la escuela, y 30 mins después, ya desayunó, se lavó los dientes, se tomo el tiempo para abrazar a la abuela y el abuelo y buscar su manual de armado de transformers y se sube al carro, contento y listo para ir a un nuevo día de trabajo. Su energía es moderada, sin desorden. 
Cuando llega a la escuela, entra sin problema se despide contento y durante el día según reportes de su maestro, trabaja bien, ha logrado mucho avance en el trabajo de copia y dedicación por si mismo a terminar sus objetivos en clase y no es raro que lleve a la casa poca tarea si se apuró en la escuela. La convivencia con sus compañeros también ha mejorado, no es perfecta porque son varios niños y todos tienen su carácter, pero ya no llora como en años anteriores porque no se sienta parte del grupo, ya lo integran porque ya se conduce de mejor manera y su tos ha desaparecido por completo, comprende mejor los juegos, sus reglas y los chistes que se cuentan entre ellos, es capaz de establecer una relación amistosa dentro de la armonía y la alegría de su edad.
¿Porque recordé todo esto? Porque últimamente hace su tarea solo, sentado tratando de mantener la atención y aunque se tarda más de lo promedio, la termina y con gusto pide su recompensa de ver la TV o navegar en la web. Hace tiempo que no hay tardes de gritos y enojos intensos como un año atrás, hoy solo basta con decirle su nombre en tono seco, para llamar su atención y enseguida se aplica. 
A la hora de comer, aunque sigue costando trabajo que coma todo lo que se le puso en el plato, ha mejorado considerablemente, sin duda hay mucha tranquilidad he incluso participa en las pláticas y hace sobre mesa si el tema es de su interés.

Estoy feliz de haber encontrado que la dieta era nuestra cura, creo que el gluten era nuestro peor enemigo y que estaba dispuesto a acabar con mi pequeña familia tarde o temprano, pero afortunadamente logramos descubrir sus negras intensiones a tiempo y lo hemos eliminado para siempre de nuestras vidas.  Y gracias a ello, hoy vivo con mi flaquito inteligente, amoroso y alegre que siempre supe que era. La dieta me devolvió a mi niño.
No creo que nadie se ponga feliz de saber que tiene una enfermedad pero en nuestro caso ¡sí! ¡Que bendición que nos hayan diagnosticado Enfermedad Celiaca! 
Gracias a Dios que me iluminó el camino y supe verlo. Gracias a la vida.

¡Te amo pequeño!

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